“Fue crucificado por nosotros.
Su Cruz es nuestra vida, nuestra fortaleza
y nuestra salvación.
Él es el Misterio escondido, alegría
inefable...
Gracias a la Cruz, la humanidad que la
lleva ahora
no puede ser separada de Dios.
Es una fuerza vivamente deseada e
inseparable de Dios.
Nuestros labios no lo pueden expresar
debidamente.
En un tiempo estuvo oculto, ahora se nos
revela como Misterio.
Se muestra a los fieles, no como simple
apariencia, sino en su realidad.
Es la Cruz en la que nos gloriamos, para
ser gloriosos también nosotros.
Por la Cruz, los fieles perfectos que la
llevan se separan de todo lo que es sensible y visible como de algo que no es
real.
Vosotros, los fuertes, buscad en ella
vuestra fuerza,
cerrad vuestros oídos visibles,
cegad vuestros ojos exteriores,
para conocer la voluntad de Cristo
y todo el Misterio de vuestra
liberación"
(Testamentum Domini)