martes, 6 de noviembre de 2012

La fe también se alimenta con el estudio


El estudio de la religión alimenta la fe; ésta si no es cultivada, y pone la razón-inteligencia también a su servicio, se verá debilitada, reducida a una experiencia afectiva sin argumentos ni razones, simplemente por el "me gusta" o "me hace bien" como una guía.

Sin pretender que el cristianismo sea una ciencia racionalista, capaz de entrar en la inteligencia y que ésta lo abarque, sí es cierto que el cristianismo emplea los recursos del pensar, y del "pensar bien", para intentar comprender mejor la fe y que la fe se vea reforzada. Se deduce, fácilmente, que la fe necesita el estudio y la profundización en la doctrina cristiana.


Este estudio bien puede ser personal, con la meditación de las Escrituras, con el Catecismo, con la lectura de libros buenos y sólidos, así como comunitario, mediante la catequesis, la formación de adultos, la escuelas de teología, etc. La fe hoy, a la que la secularización priva de toda inteligibilidad y la encierra en los confines del afecto, requiere la seriedad del estudio para dar razón de nuestra fe y esperanza.

"Habéis dado la prueba evidente de que el estudio de la Religión, antes que humillar, exalta las aptitudes intelectuales y psicológicas del joven, abriéndole horizontes ilimitados que, a la luz de Dios, le dan razón de todo el inmenso plan de la creación, de la historia del mundo, de la evolución de las edades, así como de los interrogantes, de las crisis, de los enigmas que suscitan en el corazón y en la mente del hombre realidades que nos superan, si una luz, descendiente de lo alto no lo ilumina, si una mano buena y fuerte tendida con ternura paternal no lo sostiene en su caminar por el gran mar de la vida y del universo.

Habéis demostrado que el estudio de la Religión, antes que ser restos arqueológicos de tiempos pretéritos, es, en cambio, exigencia inaplazable del hombre de hoy; es la condición de modernidad y de vigor intelectual, clave única e indispensable para comprender al mundo, para escrutar la profundidad del universo con todo lo que por dentro -como diría Dante Alighieri- se descubre para seguir el hilo de oro del plan divino que abraza a toda la humanidad con su amor irresistible y victorioso.

La mayor alegría, pues, se encierra en vuestros corazones con estas certezas magníficas que habéis recogido durante vuestros estudios; estamos seguros de ello, ¿no es verdad? Conservad siempre en vosotros esta alegría, manteniendo viva la llama de la fe, alimentándola con el estudio, con la piedad y sobre todo con el amor; sabed comunicar también a los demás esta llama, pues -como ha dicho el Concilio Ecuménico en el Decreto sobre el apostolado de los laicos-, el conocimiento de la doctrina cristiana se ordena directamente a la formación en el apostolado (cf. AA 30)" (Pablo VI, Disc. a un gurpo de estudiantes de Sebenico, Dalmacia, 6-julio-1967).

Todo estudio, y ampliando el horizonte, toda enseñanza religiosa, ya sea escolar o catequética, necesita unos sólidos fundamentos. Aquella época centrada en una "catequesis de la experiencia", basada sólo en vivencias de cada uno y en opiniones, jugaba con la psicología y la emotividad, pero era todo tan superficial al sujeto, que no quedaba nada, ni se transmitía nada, ni formaba. Simplemente identificaban la fe con una vivencia subjetiva gratificante asociada a una edad juvenil o infantil, pero eso se les quedaba pequeño ante los retos y desafíos del mundo, cuando se incorporaban como adultos.

La transmisión de la fe debe ser un estudio completo, pero no árido, de la fe, un conocimiento completo de las verdades cristianas. Para ello hay instrumentos y herramientas:

"Apóyese la enseñanza religiosa y combínese constantemente con textos autorizados de la Sagrada Escritura, de la Iglesia, la hagiografía.

El lenguaje de la Escritura es tal que usado oportunamente produce la impresión más profunda en el ánimo de los jóvenes, como, por lo demás, de todos los fieles; así el lenguaje de los documentos pontificios y conciliares abre, con su realismo y jugosidad, nuevos horizontes que se ganan la confianza del joven, mientras el ejemplo vivo de los santos le hace ver encarnado en la realidad vivida el valor abstracto de los principios" (Pablo VI, Disc. a los directores diocesanos de la Oficina Catequística Italiana, 8-julio-1967).

La fe se alimenta con el estudio: hemos de tenerlo claro y renovar nuestra fe mediante una sólida formación, una lectura continuada. Estudio, piedad y amor: las tres bases para vivir la fe hoy. 

¿Lo aceptamos? ¿Lo haremos?